SANTA BERNARDETTE SOUBIROUS

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Bernardette, era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre una salud muy débil a causa de la falta de alimentación y del estado de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó debilitada y a causa también del clima terriblemente frío Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma.

Esta enfermedad la acompañó y la atormentó toda su vida. Al final de su existencia sufrió tambien de tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras de Jesús: «Mi Padre,el árbol que más quiere, más lo poda (con sufrimientos) para que produzcamás frutos» (Jn. 15).

En Bernardita también se cumplió aquello que dijo San Pablo: «Diosescoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidadesdel mundo». Bernardita a los 14 años nosabía leer ni escribir ni había hecho laPrimera Comunión porque no lograba aprenderse el catecismo. Pero teníaunas grandes cualidades: rezaba muchoa la Virgen y jamás decía una mentira. Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la . Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Un día 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: «Note voy a hacer feliz en esta vida, pero síen la otra». Y así sucedió. La vida de lajovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganóenorme premio para el cielo.

Las gentes le llevaban dinero, después de que supieron que la Virgen Santísima sele había aparecido, pero ella jamás quisorecibir nada. Nuestra Señora le habíacontado tres secretos, que ella jamásquiso contar a nadie. Probablementeuno de estos secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de nadie y el otro, que no hiciera nuncanada que atrajera hacia ella las miradas. Poresoseconservósiempremuypobre y apartada de toda exhibición.

Le costaba mucho salir a recibir visitasporque todos le preguntaban siempre lo mismo y hasta algunos declarabanque no creían en lo que ella había visto.Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella se estremecía y a veces se echaba a llorar, pero se secaba las lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando alegría y mucha paciencia, como si aquello no le costara ningúnsacrificio.

Bernardita pidió ser admitida en laComunidad de Hijas de la Caridadde Nevers. Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses deestar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y le recibieron sus votos religiosos, peroenseguida curó.

En la comunidad hizo de enfermeray de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una dolorosaenfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: «Lo que le pido a Nuestro Señor no es queme conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportarcon paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Virgen,ofrezco mis sufrimientos como penitencia por la conversión de lospecadores».

Bernardita tuvo por superiora durantelos primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía totaly esta le hizo la vida muy difícil. Ellajamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto y pensaba en lo que le habíadicho la Madre de Dios: «No te haré feliz en esta vida, pero sí en la otra». Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el día en que fue a visitar la Grutapor última vez para irse de religiosa,jamás volvió por allí. Ella repetía: «Ahquién pudiera ir hasta allá, sin servista. Cuando se ha visto una vez a la Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio con tal de volverla a ver».

Al llegar a la Comunidad reunieron a lasreligiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones dela Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años dereligiosa ya no se le permitió tratar estetema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo.Cuando ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba camino de Roma, que le escribierauna carta al Santo Padre para que leenviara una bendición, y que él lallevaría personalmente. Bernardita,con mano temblorosa, escribe:«Santo Padre, qué atrevimiento, queyo una pobre hermanita le escriba alSumo Pontífice. Pero el Obispo me ha mandado que lo haga. Le pido unabendición especial para esta pobreenferma». A vuelta del viaje el Obispole trajo una bendición especialísima delpapa y un crucifijo de plata.

El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: «Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Que hermosa era!» Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: «Ruega Señora por esta pobre pecadora», y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.

A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. Y el 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío Once la declaró santa.

Imitemos la humildad y el estoicismo de esta santa que con valentía ofrecía sus dolores porla conversión de los pecadores.

Fuente: Aciprensa

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