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UNA NACIÓN BAJO DIOS
Al proclamar la Independencia Nacional en 1844, de la dominación haitiana, Juan Pablo Duarte y sus compañeros quisieron que los cimientos de la nueva nación se forjaran sobre la base del cristianismo y por eso asumieron como lema Dios, Patria y Libertad.
No hay dudas de las convicciones de fe que tenía y manifestaba Juan Pablo Duarte en el Dios de Jesucristo, el Dios de Israel. JPD, tenía una creencia religiosa profunda, fruto no del azar, sino de una educación y acompañamiento que se gestó desde su más tierna edad. Era un hombre de una manifiesta entrega, solidaridad, generosidad y sensibilidad. Pareciera que JPD encarnaba el más noble ideal del verdadero cristiano que asumía la enseñanza del Maestro de Nazaret, que no era indiferente ante el dolor y sufrimiento humano. La caridad cristiana era distintiva de su persona y de su vida. No era un hombre desencarnado. Por eso sigue siendo un ejemplo, no sólo en lo referente a la libertad de la opresión del yugo extranjero, sino que también es un ejemplo en obras de amor y sacrificio para sus semejantes. Este también fue parte del legado que nos dejó como dominicanos.
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