DOMINGO DE RAMOS

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Por: Maruchi R. de Elmúdesi
MFC – Instituto de la Familia
mtelmudesi@gmail.com

Los cuatro evangelistas narran la escena de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén (Mt 21, 1-11;

Mc 11, 1-10; Lc 19, 29-40; y Jn 12, 12-19).Y los cuatro recalcan la importancia de este hecho un tanto misterioso:¡es la primera vez que Jesús parece aceptar el triunfo y el aplauso!

Jesús venía de Betania – en hebreo- «casa del pobre»- donde había pasado la noche del sábado. A la mañana siguiente salió El y sus discípulos hacia Jerusalén, para pasar el día en la ciudad y en el Templo. Había en los caminos gran movimiento de gentes, que iban a Jerusalén para las fiestas.Muchos se hallaban en tiendas de campaña, en los alrededores de la ciudad, venidos de los cuatro puntos cardinales de la tierra: losjudíos de la Diáspora y los prosélitos.No le faltaron pues, admiradores sinceros, ¡- ni la consabida multitud de curiosos! – al profeta Galileo.

A la altura de Betfagé – un arrabal de Jerusalén, como lo llama el Talmud, y que en hebreo significa «casa de los higos verdes», Jesús cabalga en el asnillo, cumpliendo así una vieja profecía de Zacarías (Zac. 9,9), el asno era la cabalgadura normal, incluso de personas ricas y notables,en toda Palestina. (Núm. 22, 21).

La caravana entusiasta, alfombra el camino sus túnicas; ¡agitaban palmas y ramos de olivo y de palmera, – símbolos y signos de victoria! y coreaban el Hosanna.(¡»Hosanna» o «hosi-ana» viene a significar «libéranos», rogamos que nos salves, ¡viva!). En boca de la gente de aquella multitud podría tener mucho de grito de liberación contra la opresión del entonces ocupante imperio romano. Pero, en la mente y en la interpretación de Jesús se trataba de la llegada del Siervo Sufriente, el Mesías enviado que camina victorioso, por rutas de Pasión y Muerte para ser glorificado. Aquellos peregrinos que ahora vitorean al Maestro, son hombres llenos de esperanzas, ¡pero que no saben con mucha claridad qué es lo que esperan! Gritan y externaron su alegría ante un posible liberador y guía. PERO, para Jesús, aquel júbilo aceptado, es la pretensión de ser prometido por los antiguos Profetas, y el esperado por el pueblo». Y así, San Mateo lo interpreta como cumplimiento de la larga espera mesiánica; Marco recalca, en cambio, el rechazo que recibe el Mesías de las clases dirigentes. ¡Y Lucas, -que había hecho de todo su Evangelio un camino de Jesús hasta esta meta! – señala así el final de la ruta y de la marcha; en Jerusalén tiene que ser sacrificado el Cordero pascual; allí tiene que morir después de padecer; y de allí resucitar y partir al cielo. Y para San Juan, naturalmente, es «la hora» de Jesús. La tan esperada hora de la glorificación, a través de la humillación y de la cruz.

¡He ahí la Primera Procesión de Ramos de la historia! Por eso litúrgicamente, para la Iglesia de todos los tiempos, la Bendición de los Ramos es, antes que nada, una PROCESIÓN en honor de Cristo. Es celebración de su Entrada Mesiánica en su triunfo pascual. Se pretende pues, aclamar a Cristo en su camino de Pascua. Por eso nuestras Procesiones no tienen simplemente la finalidad de recordar un hecho histórico pasado, SINO de hacer una solemne profesión de fe en que la Cruz y la Muerte de Cristo son,en definitiva, una victoria singular. En el Domingo de Ramos la Iglesia recuerda, y RE-VIVE, la Entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Es Así un pórtico para el gran santuario de la celebración de la Pascua.

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