Revista Palanca Noviembre 2019

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LA HUMANIDAD AL BORDE DE LA ESQUIZOFRENIA

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«Pero, ten por seguro que si te olvidaras del Señor, tu Dios, y, marchando tras dioses extraños, le rindieras culto y te prosternaras ante ellos, te aseguro hoy en su presencia que perecerás irremisiblemente; de la misma manera que las naciones a las que el Señor ha hecho perecer ante su vista: así perecerán por no haber escuchado la voz del Señor, su Dios» (Dt 8,19-20).

Etimológicamente, la palabra «esquizofrenia» viene del vocablo griego «schizein», que significa «dividir, escindir, hendir, romper»; y de «phren» que significa «entendimiento,

razón, mente». Es decir que, la esquizofrenia es «la división, el rompimiento de la mente, del entendimiento, de la razón». Y en cuanto a su definición, la esquizofrenia es un grupo de enfermedades mentales que se caracterizan por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida de contacto con la realidad; también como un trastorno que afecta la capacidad de una persona para pensar, sentir y comportarse de manera lúcida. El esquizofrénico pierde el contacto con la realidad. Si aplicamos estas palabras a la humanidad, podríamos decir que, ciertamente, ésta está padeciendo un fuerte trastorno esquizofrénico ya que, nos están llevando a una especie de rompimiento, de división de la razón y así hacernos caer en una pérdida de contacto con la realidad y comportarnos de una manera desorganizada.

Pero esta esquizofrenia no nos ha caído del cielo ni ha aparecido de repente en nuestro camino. Esta aparición es más bien causada por alguien o algunos poderosos que han venido empujando, sino a toda la humanidad, sí a gran parte de ella, y como consecuencia, así el resto se va contagiando de la misma; dicho más gráficamente, es como que están llevando a la humanidad a ponerla entre la espada y la pared. Hay quienes dicen que, más que una enfermedad mental, lo relacionan más a una enfermedad del alma. Y es que, como bien sabemos, los seres humanos somos una composición o unidad de alma y cuerpo, materia y espíritu. Se habla de alma humana y alma animal; el alma como el «aliento» de vida. El alma humana procede de Dios, es propiedad de Dios. En el libro del génesis leemos que, después de haber creado al hombre del barro, Dios insufló en sus narices el «aliento» de vida a esa materia. Pero, también es importante tener en cuenta que, los seres humanos, a diferencia de los demás seres vivientes, también tenemos «espíritu». Es decir, el alma es el aliento de vida, pero el espíritu es el que nos da la posibilidad de relacionarnos con el trascendente, con Dios. Podríamos decir que no basta el alma para salvarnos, sino que es necesario tener el Espíritu. Y éste es el que los cristianos recibimos cuando somos bautizados.

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