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ADVIENTO:
ESTAR VIGILANTES MEDIANTE LA ORACIÓN, LA MORTIFICACIÓN Y EL EXAMEN DE CONCIENCIA.
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: estén sobre aviso, velen y oren, porque no saben cuándo será el tiempo… Velen pues porque no saben cuándo vendrá el dueño de la casa: si a la tarde, o a medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana. No sea que cuando viniere de repente, los halle durmiendo. Y lo que a ustedes les digo, se lo digo a todos: estén en vela» (Mc 13,33-37).
No podemos negar que el tiempo de Adviento nos recuerda también el tiempo de la Cuaresma; por lo menos en sus partes esenciales. El Adviento es un tiempo de espera gozosa, pero que tenemos que prepararnos en el camino para ello. Por eso se nos invita también a que profundicemos y fortalezcamos la oración, la mortificación y el examen de conciencia. Para poder mantener estos pilares esenciales de este tiempo litúrgico que iniciamos, es necesario luchar contra todo aquello que, sobre todo en estos días festivos, nos lleva a mantener nuestra mirada en las cosas terrenas. El Adviento no es un tiempo de preparación para una fiesta cualquiera o para pensar en qué es lo que me voy a comprar. Es el tiempo de preparación para disponer nuestro corazón, como un pesebre, al nacimiento del Hijo de Dios. Pero también es preparar el pesebre a ese nacimiento en nuestro hogar.
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