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PREDIQUEMOS EL EVANGELIO INVITANDO A LA CONVERSION
En el capítulo 4,17 el evangelista san Mateo nos dice que Jesús llamó a sus primeros discípulos y que desde entonces comenzó a predicar diciendo que hay que arrepentirse porque el reino de los cielos está cerca. Pero ya el evangelista san Marcos en 6,7-13 nos dice que Jesús envió a los Doce de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos, poder para curar a enfermos, además de predicar la conversión.
Fijémonos que, precisamente ésta sigue siendo la misión de la Iglesia. Para esto fue creada, fundada y es su razón de ser, según la voluntad de su fundador Jesucristo. La Iglesia es la prolongación de su fundador, maestro y Señor. La iglesia existe para evangelizar; no para gobernar a los pueblos. Esta es la única fuerza con la que cuentan los discípulos y seguidores de Cristo: la fuerza del Espíritu Santo. ¿Y por qué es la única fuerza? Pues porque no necesita de otra; con esta le basta y sobra: «Cuando los encarcelen no se preocupen por lo que van a decir, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir, ya que no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo hablará por ustedes con palabras que nadie podrá rebatir», nos dijo nuestro señor Jesucristo.
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