DIOS NOS LLAMA A DAR FRUTO

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Por: Freddy Contín
freddycontin@gmail.com

Cuando comenzamos un año, es un año más que Dios pone ante nosotros; en el que no sabemos que nos tocará vivir y en el que las incógnitas se unen a las esperanzas.

Un año más que, en lo humano, puede traernos de todo, sea mejor o peor, positivo o negativo; pero que, viviéndolo como cristianos, poniendo la visión sobrenatural que debe guiarnos, es seguro que será todo bueno, por aquello de que: «Para los que aman a Dios, todo les sirve para el bien» (Romanos 8,28).

Y vienen hoy a nuestra consideraciónesas palabras de Cristo que parece que responden a todas nuestras preguntas:«Yo los he elegido» (Juan 15,16).

Si.Noshaelegidoatiyamiyalotro.Nos ha elegido desde toda la eternidad, antes de que viniésemos a este mundo. Nos ha elegido con ese amor de predilección, que es el suyo.

Y nos ha dado al elegirnos, todas esasposibilidades y esos dones que tú y yo sabemos: nuestra inteligencia, memoria y voluntad, nuestras circunstancias particulares, las gracias y los medios que, a raudales, recibimos por los sacramentos y de su Palabra.

AL ELEGIRNOS NOS HIZO Y QUISO QUE FUÉSEMOS HIJOS DE DIOS, HIJOS SUYOS E HIJOS DE LA IGLESIA. NOS ELIGIÓ POR NUESTRO NOMBRE, COMO DICE EL SALMO: «TÚ ERES MI HIJO, HOY TE HE ENGENDRADO YO» (SALMO 2,7). Y NOS ELIGIÓ CON UN DESEO Y PROPÓSITO, CON UN PARA QUÉ, QUE CONCRETA: «PARA QUE SE PONGAN EN CAMINO Y DEN FRUTO, Y UN FRUTO QUE DURE» (JUAN 15,16).

Ponerse en camino. Ponerse ya en el camino de la conversión; para pedir perdón y rectificar; para hacer unprofundo examen; ; para ver qué nosaparta de ese camino que Dios nos pide como cristianos, y cortar o cambiar, empezar o profundizar…o hacer lo que sea, pero ¡Caminar!

Si, caminar con el corazón puesto en Dios y los pies en la tierra, en lo concreto de nuestras propias circunstancias; en lo concreto de nuestra vocación; en lo concreto de nuestro vivir diario: de trabajo, de lucha, de esperanzas, de proyectos, ¡De lo que sea!

Debemos ponernos en camino y nosalirnos. Y si existe el desvío, remediarlo. Y si nos hemos equivocado, rectificar.Porque la palabra de Cristo sigue urgiendo: «Para que den fruto, y un fruto que dure» (Juan 15,16).

¡Dar fruto! No hojas secas, no luces de colores, no apariencias. No dar espinas a quien se acerque a nosotros. No desconcertar a quien busque luz. No dejar vacío a quien se acerca a pedir algo.

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No dar el no a quien pida un servicio. No negarse a actuar por pereza. No huir de las responsabilidades. No demorar las actuaciones. No omitir las palabras que deben decirse.

¡Dar fruto! Fruto de nuestra oración será nuestra unión con Dios y el amor a los demás. Fruto de nuestro cristianismo bien vivido, será nuestra alegría. Fruto de nuestra lucha interior bien centrada para luchar contra nuestros defectos y egoísmos, será paz y la comprensión hacia los demás.

Fruto de nuestra perseverancia en el bien, será la facilidad para empezar una y mil veces el camino. Fruto de nuestro amor, será la entrega constante a Dios y a los demás.

¡Dar fruto! Un fruto que alimente a los demás, que los sostenga, que los atraiga y los anime.

No puede ser estéril nuestro trabajo. Y para que no lo sea, tenemos que introducir a Dios en él. Y ofrecerlo, perfeccionarlo y cuidarlo.

No puede ser estéril nuestro dolor. Existe la contrariedad, el sinsabor, la pena, el frio, la molestia y todo aquello que no nos atrae o no gusta a nuestra naturaleza. Pero todo eso, ofrecido a Dios, vivido con y para Dios, tiene sentido y se convierte en frutos. En frutos de fortaleza, de ilusión, de comprensión, de paciencia, de esperanza y de amor.

No puede ser estéril nuestra alegría. No puede quedarse en carcajada o en sonrisa ante lo que nos gusta; tiene que convertirse en acción de gracias, en estimulo para los demás, en efusión de gozo, en lo que hagamos o toquemos.

La vida, los días, los minutos que hayamos de vivir, tienen que estar llenos de frutos. ¡De un fruto que dure! Porque la duración de un fruto es importante.Significará que no sólo es apariencia o brillo exteriorlo que tiene, sino que su madurez y su jugo llevan vida dentro.

Deben durar nuestra fortaleza y nuestra paz, porencima de dificultades y luchas. Deben durar nuestroamor y nuestro servicio, por encima de antipatías o prejuicios.

Entonces, allí donde todo es amor y todo es felicidad se medirá la calidad de esos frutos, que se preparan, una vez que Dios nos ha elegido y nos lo dice, caminando por esta vida nuestra de cada día con la ilusión de amar y dar fruto que dure eternamente.

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