REVISTA PALANCA JUNIO 2022

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Como mi Padre me amó, así yo los he amado: permanezcan en mi amor” (Jn 15,9).

Queremos aquí hacer referencia a la caridad cristiana desde la perspectiva de la eucaristía. Como hemos de saber ya, la palabra eucaristía significa “acción de gracias”. Pero también esta palabra nos conduce a otro significado: “amor”. Por lo tanto, la Eucaristía no sólo es el sacramento de la acción de gracias a Dios, sino también y, sobre todo, es el sacramento del amor de Cristo Jesús por nosotros, sus hermanos y hermanas. Además, es también el amor incondicional y sin límites que se tiene a los demás. Es amar sin esperar recompensa ni agradecimiento de la persona a quien amamos. La caridad, el amor, es el distintivo de todo cristiano: “En esto conocerán los demás en que son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros” (Jn 13,35). Mientras más nos acercamos a la eucaristía, más nos llenamos del amor de Cristo y permanecemos así en su amor. Permanecer en el amor de Cristo es vivir de, con y para Cristo. Cristo mismo dijo en la Última Cena con sus discípulos que cada vez que comamos y bebamos de su cuerpo y sangre, debemos hacerlo en su memoria. Así de esa manera se quedó para siempre entre nosotros como alimento y comunión. La eucaristía es el sacramento del amor de Cristo por excelencia. Cristo es la fuente inagotable del amor. Hay que recordar que en Cristo no hay ni existe una parte del amor, sino que Cristo es el amor, es la fuente. El amor es esencia de Cristo; en Cristo el amor está de manera plena. Por eso lo puede ofrecer, donar sin temor a que se agote.

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