AMOR Y PODER: RECUERDA QUE TU PAREJA ES TU PRÓJIMO

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Por:
Jeannette Miller
jeannettemiller.r@gmail.com
CC 642

Tengo que confesar que la idea no es mía. La escuché a un sicólogo de larga experiencia con parejas jóvenes, y no tan jóvenes, que explicaba cómo al inicio toda relación amorosa funcionaba como miel sobre hojuelas, pero luego salía el fantasma del poder y surgían los problemas.

Al principio ninguno tenía defectos: él siempre era bueno, trabajador, respetuoso,fiel y protector, el ideal que todoshabían soñado para ella. La chica era bonita, agradable, educada, elegante, sumisa, y además sabía cocinar, no sólo platos nacionales sino recetasexóticas de la cocina gourmet, ypor si fuera poco, tenía un título universitario.

Naturalmente que se casan y el primer y hasta el segundo año todo es una novela rosa, pero ya al tercero algunas diferencias que permanecían ocultas comienzan a surgir y viene la crisis, veamos:

Los dos tienen defectos: él no siempre es bueno, el trabajo lo absorbe y casi no pasa tiempo en el hogar; cuando discuten le falta al respeto;no es realmente fiel pues coqueteacon otras chicas y su protección se reduce a compartir a regañadienteslos gastos de la casa y vivir exigiendoque esto está mal, que aquello no

le gusta; hay que hacer todo como él quiere; el ideal que todos habían soñado para ella, no es tal. La chica se ha convertido en una mujer peleona, desagradable, ha perdido su elegancia; le vive contradiciendo cuando él pide hacer esto o lo otro; se niega a cocinar y ha conseguido un empleo donde gana más que él lo que refuerza su capacidad de mando.

¿QUÉ PASA AHÍ?

Estamos frente a una crisis de poder. En el fondo todo se reduce a quién manda y esta constante tensión hace la vida imposible.

¿QUÉ FALTA AHÍ?

El profesional de la conducta puedeafirmar que desde el inicio de lasrelaciones, faltó un diálogo sincero pues no se debe responder que sí alos requerimientos y expectativas del otro sólo para complacerlo. Y aunqueeso es verdad, particularmente yo creo que ahí falta Dios.

Cuando amas a Dios hablas la verdad y amas al otro con misericordia; echas a un lado tus intereses, esos que construye el ego y que siempre desembocan en una lucha de poder. El amor a Dios permite que te despojes de lo que los demás te aconsejan, muchas veces influenciados por las corrientes de empoderamiento que rigen el mundo actual, y aprendas a ponerte en el lugar del otro.

La relación de pareja es cosa de tres: Dios, él y ella. El día que lo entendamos y podamos asumirlo, la vida se convertirá en algo placentero y llevadero.

Y aunque parezca repetido laconclusión está en las palabras de Jesús: «Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

Recuerda siempre que tu pareja es tu prójimo.

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