DICHOSOS MÁS BIEN LOS QUE OYEN LA PALABRA DE DIOS Y LA OBEDECEN

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Por: Ezequiela Ortiz

La verdadera felicidad del ser humano está en conocer la Palabra de Dios y vivir acorde a ella.

La vida me ha regalado conocer hermanos que dirigen su vida con criterios verdaderamente

cristianos. Desde niña he admirado las actitudes correctas y en mayor consciencia a todos los que he observado, eran o son personas de fe viva. De seguro también conoces quienes, o al menos a alguno que esté viviendo la Buena Nueva de la vida acorde los mandamientos del Señor. A lo mejor lo estás viviendo tú, en ese caso, ellos y tú son dichosos, bienaventurados.

Para quien vive en conocimiento de la verdad, su mayor felicidad se alimenta del servicio, por pequeño que sea, sus gestos denotan lo que hay en su corazón. En el devenir de los días sus obras de misericordia son constantes: corrigen con amor, visitan al enfermo, siempre en oración, siempre dando un buen consejo. Algo así como zapatero a su zapato, el cristiano a vivir su cristianismo, católico de los que viven una eterna eucaristía, cargando su cruz en la alegría de la resurrección de Cristo, en la confraternidad de una comunidad como Jesús que siempre estuvo en comunidad, la primera su familia, con San José y María, sus familiares, sus discípulos, sus apóstoles, en la Gloria del padre con los ángeles y los santos.

Pasa como las cosa más grandes del Señor, y es que no todo el mundo se entera de estos acontecimientos, más quienes cada día nos dedicamos a escudriñar la Palabra, a conocer directamente de la fuente la verdad, cada gesto de amor divino forma nuestra primera plana del periódico de nuestra vida.

En adición a la vivencia personal, aquellos coherentes en su vida de fe son muy necesarios: los necesitan tantos que andan en la oscuridad, los necesitan tantos que andan con un sinsabor en sus vidas. Esta es una gran dicha: ser sal y luz del mundo. Por ello el Evangelio nos dice claramente que la lámpara no se esconde debajo de la mesa, que la sal no puede ser sosa; y aquello que enciende la llama es estar en comunión con la Palabra del Señor, aquello que da sabor a Cristo es vivir su doctrina.

En los tiempos de plenitud que estamos, tenemos todas las herramientas a nuestro alcance para ser dichosos, vive el presente de nuestra Iglesia, una Iglesia Universal que necesita ser conocida desde dentro, necesita ser amada más por quienes la formamos, y solo conociéndola, leyendo los documentos de los papas, leyendo el Catecismo, los documentos oficiales de la Iglesia, verás que está intacta en su dogma acorde las enseñanzas de Jesús. Hoy está por todas partes la Palabra de Dios, en videos, en las redes sociales, en los canales de televisión y programas de radio católicos, tenemos parroquias con adoración perpetua, misa diaria. Como sociedad tenemos pastores que viven realmente la Palabra de Dios, que nos guían por el camino correcto, que defienden la vida y la familia.

Esta nación es dichosa, Dios antecede nuestra patria, y con Él estamos llamados a vivir cristianamente en libertad, con inteligencia y voluntad, conociendo la verdad tendremos la nación que debemos tener. Trabajemos para que nuestros jóvenes sean dichosos conociendo y viviendo, obedeciendo la Palabra de Dios.

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