REVISTA PALANCA ABRIL 2021

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EL ADVENIMIENTO DE LOS FALSOS PROFETAS

«Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibieron; si otro viene en nombre propio a ese sí lo reciben. ¿Cómo podrán creer ustedes, que aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que viene del único Dios?»Jn 5,43-44.

Siempre, en la historia religiosa, – y sobre todo de la cristiana -, de la humanidad han surgido aquellos que se han denominado o autonombrado como profetas, enviados e iluminados de Dios; otros se han presentado como la misma encarnación de Cristo y hasta han osado afirmar que son más que Cristo, etc. Pero no son más que embaucadores y engañadores. Ya el mismo Jesús nos había advertido que vendrían muchos usurpando su nombre y diciendo que «ellos son”; por eso mismo nos advirtió que, cuando eso sucediera, que no les hagamos caso. Pero no siempre ha sido así: no faltan los incautos y débiles de fe que han caído en la trampa, y hemos sido testigos también de cómo han terminado estos grupos que se han dejado manipular por estos falsos profetas e iluminados. Muchos de estos falsos profetas e iluminados han salido del interior de la misma familia de Cristo; pero, aunque han estado entre nosotros, en realidad nunca han sido de los nuestros.

Son esos falsos profetas que han tomado el evangelio de Jesús y lo han transformado a su antojo y conveniencia, violando el mandato del Señor Jesús de enseñarles a los demás a cumplir todo cuanto Él nos ha enseñado, tal cual; sin cambiarle una sola letra al mensaje de la buena noticia porque no es nuestro mensaje, es el mensaje de Jesús, su evangelio. Estos falsos profetas e iluminados han manipulado y convertido el evangelio en una excusa para construir sus dioses de barro que no pueden salvar; se construyen un mundo a su imagen y semejanza; se construyen templos hechos por manos humanas y así quieren encasillar o, más bien, encerrar al Dios único, vivo y verdadero. Pero se olvidan de que el verdadero Dios no habita en templos humanos, sino en tiendas que, durante cuarenta años de camino por el desierto, se dirigía con su pueblo hacia la tierra prometida: así se daría cuenta el pueblo elegido de que Dios los conduce, los cuida y los provee de todo. Por esto mismo, Jesús no quiso encasillar a Dios en el templo como lugar exclusivo de la presencia divina…

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