¿A quien Sigues?

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Por: Manuel Lamarche

¿A cuántas personas sigues en Twitter…? ¿Y en Facebook o Instagram?

Ser un seguidor(a) o «follower», como por ejemplo de un político o de un artista, no sólo se trata de ponerse un t-shirt del partido, de saberse sus canciones o de simplemente darle «like» a sus publicaciones virtuales, sino también de conocer su trayectoria, sus intereses e incluso tratar de vivir como este sugiere. Me sorprende ver como mucha gente quiere parecerse a su estrella favorita, llegando a imitar su estilo de vestir, de peinado e incluso su modo de actuar, todo porque se siente tan identi cada con su estrella favorita que hasta su personalidad comienza a tornarse similar a la de su celebridad preferida.

Ahora bien, seguir a un famoso(a) no conlleva ninguna responsabilidad o compromiso en particular, no tiene exigencias como tal, por eso muchos se sienten «cool» al hacerlo, pues les resulta fácil ser «fan».

Por otro lado, hay una persona realmente incomparable, la verdadera estrella de todos los tiempos, a la que muchos le «sacan los pies» o le dan «No me gusta», porque seguirle sí exige ser valiente, realizar cambios y asumir compromisos serios de vida. Seguir a esta persona es para hombres y mujeres de cualquier edad pero con carácter, que van más allá de sí mismos y de sus propios intereses, que tienen el valor de abrir sus corazones y vivir de cara y brazos abiertos a los demás. Esta persona, a la que sólo quienes tienen coraje y un corazón sencillo siguen se llama Jesús de Nazaret.

Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». Mateo 8, 18-22

Muchos dejan de seguir a Jesús o lo postergan porque hacerlo conlleva retos y sacrificios, sí, pero los beneficios y la recompensa durante y al final del camino son mayores que todo esfuerzo, porque lo único que puede darnos la verdadera felicidad en esta vida es seguirle, nada más. Al seguir a ninguna otra persona podremos llegar a la salvación de nuestra alma, sino sólo siguiéndole a Él. ¿Y tú, a quién o qué estás siguiendo? ¿Hacia dónde te lleva? ¿Eres feliz por dónde vas?

Para seguir a Jesús lo esencial es dejarte amar por él y conocerle y esto lo puedes hacer por ejemplo por medio de un retiro como el Cursillo de Cristiandad. Luego de vivir esta experiencia me decidí a seguirle con más amor, alegría y compromiso.

La alegría, la paz y muchas otras virtudes nos brinda el ser «followers» de Cristo, pero también esto conlleva desafíos desprendernos de nosotros mismos, de nuestros ídolos y seguridades materiales, de nuestra comodidad, perdonar siempre, servir y no esperar ser servido(a), amar hasta el extremo, retos para gente valiente y de gran corazón como tú.

¿TE ATREVES A SEGUIRLE?

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