IMITAR LA MUERTE DE CRISTO

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Por:
MONSEÑOR RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO
OBISPO EMÉRITO DE SANTIAGO

San Basilio Magno, célebre obispo de Cesárea, que vivió en los años 330-379, nos ofrece un hermoso texto en su libro «Sobre el Espíritu Santo», Cap.5, 35, acerca de la imitación de Cristo también en su muerte.

En dicho texto responde a tres preguntas, que el mismo se hace u otros lo hicieron. Helo aquí textualmente, con sus tres preguntas y tres respuestas:

«Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.

1. Mas ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte?

Sepultándonos con él por el bautismo.

2. ¿En qué consiste este modo de sepultura, y de qué nos sirve el imitarla?

En primer lugar, es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento de que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior. En esto sucede lo mismo que con los que corren en el estadio: éstos, al llegar al fin de la primera parte de la carrera, antes de girar en redondo, necesitan hacer una pequeña parada o pausa, para reemprender luego el camino de vuelta; así también, en este cambio de vida, era necesario interponer la muerte entre la primera vida y la posterior, muerte que pone fin a los actos precedentes y da comienzo a los subsiguientes.

3. ¿Cómo podremos, pues, imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos?

Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo las aguas. Por esto el bautismo significa, de un modo misterioso, el despojo de las obras de la carne, según aquellas palabras del Apóstol: Fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por hombres, cuando os despojaron de los bajos instintos de la carne, por la circuncisión de Cristo. Por el bautismo fuisteis sepultados con él, ya que el bautismo en cierto modo purifica el alma de las manchas ocasionadas en ella por el influjo de esta vida en carne mortal, como está escrito: Lávame: quedaré más blanco que la nieve. Por esto reconocemos un solo bautismo salvador, ya que es una sola la muerte en favor del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y de ambas es figura el bautismo».
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