Utilidad del nuevo organigrama de la CED

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Escrito por  P. José Joaquín Domínguez Ureña

En el marco de la -LII- Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Dominicano (29 junio- 4 julio), nuestros Obispos, con el fin de dar respuesta a los nuevos tiempos y desafíos pastorales han procedido a evaluar y a hacer una nueva reorganización de su institución. La finalidad es que esto ayude a hacer más articulado y ágil, al mismo tiempo que sencillo, el funcionamiento de las distintas Comisiones existentes y que colaboran en el servicio pastoral que desde la misma Conferencia se presta a todas las Iglesias Particulares de nuestro país. Reconociendo que “es una realidad evidente que hoy día hay asuntos pastorales y problemas de apostolado que no pueden ser debidamente afrontados si no es a nivel nacional” (Apostolorum Successores, Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos, 30).

Con esta finalidad han sido denominadas Comisiones Episcopales, como lo establecen los Estatutos de la Conferencia del Episcopado (arts. 16, c) y 30), las seis áreas: Formación y Espiritualidad, Palabra y Liturgia, Familia, Pastoral Social, Educación y Pastoral de la Movilidad Humana, en que están agrupadas las distintas Comisiones Nacionales. Estas seis Comisiones permanentes de la Conferencia ahora denominadas episcopales están formadas sólo por miembros Obispos o por quienes se equiparan a ellos en el derecho (AS 32).

Los miembros de dichas Comisiones Episcopales son los Obispos presidentes de las variadas Comisiones Nacionales que agrupan, quienes podrán tratar y decidir si se debe proponer a la Asamblea Plenaria los casos que ameriten una respuesta de relevancia o trascendencia. Estos mismos Obispos eligen entre ellos a uno como presidente de la Comisión Episcopal. La Conferencia tiene seis Comisiones Episcopales y a su interno las distintas Comisiones Nacionales, que hasta ahora eran  treinta y seis.

La Asamblea Plenaria también procedió a la reestructuración de las Comisiones Nacionales con fusiones, y la integración como sub-comisiones de algunas que hasta ahora funcionaban de modo independiente. Estas sub-comisiones estarán formadas por las mismas personas que hasta ahora la componían, pero en coordinación con la Comisión con la que guarda más estrecha relación.

Hay que recordar que dichas Comisiones Nacionales y otros organismos de la Conferencia son establecidos para consultas o coordinación, y están presididos por un Obispo y formados por presbíteros, consagrados y laicos. Por tal razón es que estos organismos no se pueden llamar propiamente episcopales, por eso son denominados Nacionales (AS32).

Fueron fusionadas en una las siguientes Comisiones: CEDAIL-Justicia y Paz (antes fusionada); Presbíteros-Diáconos (Ministerios Ordenados), Seminarios-Vocaciones, Doctrina de la Fe-Ecumenismo; Misión Continental-Comunidad; Familia-Vida, Niñez-Adolescencia, y Pastoral Social-Cáritas. Lo que redujo de siete las comisiones existentes, algunas estaban bajo la responsabilidad incluso del mismo Obispo presidente.

Se procedió a la supresión de la Comisión Nacional de Vida Consagrada, inoperante por el simple hecho que existe la Comisión especial CED-CONDOR, que trataban sobre la misma materia.

Sobre el rol o papel de las Comisiones Nacionales, son muy iluminadoras las orientaciones de Apostolorum Successores: “Los miembros de las diversas comisiones deben ser conscientes de que su tarea no es la de guiar o coordinar el trabajo de la Iglesia en la nación en un particular sector pastoral, sino otro mucho más modesto, aunque igualmente eficaz: ayudar a la Asamblea Plenaria – es decir, a la Conferencia misma – a alcanzar sus objetivos y procurar a los Pastores subsidios adecuados para su ministerio en la Iglesia particular. Este criterio basilar debe llevar a los responsables de las comisiones a evitar formas de acción inspiradas más bien en un sentido de independencia o de autonomía, como podría ser la publicación por cuenta propia de orientaciones en un determinado sector pastoral o una forma de relacionarse con los órganos y comisiones diocesanas que no pase por el obligado trámite del respectivo Obispo diocesano” (32).

Se trasladó como una Comisión Especial -la hasta ahora llamada Comisión Episcopal- para el Pontificio Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, y se integró el Filosofado San Pío X, de Santiago. Dicha Comisión Especial estará compuesta por los Arzobispos Metropolitanos pro-tempore de Santo Domingo y Santiago como miembros ex oficio, y por otro de los Obispos elegidos por la misma Asamblea Plenaria.

Se redimensionaron como sub-comisiones: Congresos Eucarísticos internacionales, Pastoral Haitiana y Pastoral de la Ecología, dependientes de las Comisiones Nacionales de Liturgia, Pastoral de Migrantes y Pastoral Social-Cáritas respectivamente. Así reestructurado en el nuevo Organigrama de la Conferencia del Episcopado las Comisiones Nacionales son veinticuatro, y tres que pasaron a ser sub-comisiones.

Por último, quedan las que en anterior organigrama eran llamadas “Comisiones Episcopales”, que ahora se denominarán  Comisiones Especiales por la naturaleza de las mismas, y conforman a este renglón: CED-CONDOR, Delegados CELAM, Asesoría Legal, Obras Misionales Pontificias, y la anteriormente indicada para el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino y Filosofado San Pío X, en un total de cinco.

El renglón de Instituciones quedará formado por el Instituto Nacional de Pastoral, la PUCMM, Seguro Sacerdotal (Asoliclero), Tribunal Eclesiástico Nacional.

Los Obispos eméritos continuarán a ser llamados a presidir una determinada Comisión Nacional como hasta ahora, pero no ser Presidente de Comisión Episcopal. Dentro de la misma tienen voto deliberativo, pero no en el seno de la Asamblea Plenaria, a tenor de cuanto señalado en los mismos Estatutos de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

 

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