La compasión como puerta del milagro.
Mario Minaya
En un ambiente festivo fue celebrada la ultreya general arquidiocesana del mes de marzo con el tema “La Compasión Como Puerta del Milagro,” impartida por Mario Minaya. Todo empezó con la eucaristía presidida por Padre José Alberto, representando a la parroquia madrina Santa Lucia Mártir.
Cada día vamos perdiendo la capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás. Vemos con asombro la indiferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Sin embargo, el mensaje esencial del cristianismo que nos ha legado Jesús está claro, “ama a tu prójimo como a ti mismo,” es por ello que no podemos quedarnos indiferentes ante las necesidades de los demás.
No basta con ser sensible y tener compasión, hay que actuar. La compasión y la acción van de la mano. Jesús nos pone un ejemplo que nos permite reflexionar sobre lo que es el verdadero amor. Nos dice que un hombre camino a Jericó y este es asaltado despojándolo de lo que llevaba y golpeado sin piedad. Pasaron varios hombres y no le prestaron atención ni ayuda por diferentes motivos que le presentaban inconvenientes, hasta que apareció aquel samaritano que al ver al hombre golpeado sintió lastima, se acercó, vendó sus heridas y lo cuidó. El samaritano abrió su corazón a la persona que sufre. Jesús nos pide que hagamos lo mismo.
Las personas que nos rodean necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Esa actitud fue la que nos demostró Jesús en su paso por la tierra. Ejemplo tenemos varios como cuando el ciego al escuchar que Jesús iba a pasar por su camino le grita, Jesús hijo de David, ten compasión de mí. Algunos no querían que llegara a Jesús y hasta lo mandaron a callar, sin embargo el gritaba más fuerte, hijo de David ten compasión de mí. Jesús lo mando a buscar y complació su petición que era recuperar la vista. En otra ocasión Jesús se encuentra con un leproso, lo toca, lo libera y lo sana.
Somos privilegiados hijos de Dios capaces de poner en práctica la voluntad de él, que quiere misericordia más que sacrificios. La compasión es la misericordia, es el amor de Dios que nos llevaran hacer el milagro al prójimo. El milagro es sencillamente esa presencia salvadora de Dios que no deja duda de que el amor de Dios haya obrado.
Para poder ser compasivos debemos tener la intención de que el otro sea feliz con capacidad de acompañarle. Para ello no podemos sentirnos superiores a los demás. Tenemos que ser humildes y sentirnos iguales a todos los seres humanos. En otras palabras sentirnos hermanos los unos con los otros. La presencia, la misericordia y la compasión de Dios son para que nosotros hagamos sentir a los otros cerca de él, no lejos.
Hermanos en cristo, no desaprovechemos la oportunidad de que el Señor se está cruzando en nuestras vidas y donde nos demuestra claramente que el amor hacia el prójimo es un mandato y no tan solo una sugerencia. Lo importante no esta es saber sino en hacer. Señor te pedimos que transforme nuestro interior para que nuestra compasión permita iluminar los miembros de nuestros ambientes y nos impulse a construir relaciones basadas en el amor.
¿Quieres vivir un Cursillo?
Clic aqui