Una reflexión sobre el video del Padre Nuestro prohibido en Inglaterra
En estos tiempos de guerra solo una palabra podrá devolvernos la paz interior y exterior que tanto anhelamos: Padre. Dos en realidad, pues habría que añadir también nuestro, es decir, Padre Nuestro. Y no me refiero a cualquier Padre, obviamente con el debido respeto de quienes merecen ostentar dicho título. Debemos ser sinceros: todos conocemos la fragilidad humana, incluso entre los mejores representantes de nuestra estirpe.
¿Qué Padre entonces invocaremos estos días para que nos traiga esa tan añorada noche de paz y de amor? ¿Qué Padre será capaz de tan atrevida empresa, por no decir imposible? Solo uno: ese que está en los cielos. Solo uno: ese cuyo nombre es santificado. Solo Dios.
Si Dios no es Padre, no hay nada que nos convierta en familia. Si Dios no es nuestro padre, resulta forzado y hasta ridículo, seguir fingiendo que somos hermanos. Y si no somos hermanos, ¿en nombre de qué principio podremos invocar y establecer la paz?
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