CALENTANDO LOS MOTORES DE LA FE.

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Por:
José G. Vásquez

A veces, los motores de nuestra fe, impulsados por las oraciones, resultan con una avería espiritual y ese problema nos hace detener la marcha hacia el encuentro con nuestro Padre Celestial, el cual nos espera pacientemente en el templo, no importa que nos tardemos por causa del problema acontecido.

En esa espera, durante el problema mecánico de los motores de nuestra fe, muchos deciden dejar es vehículo sin función y otros nos vamos olvidando de repararlo con la inyección de nuevas oraciones, hasta que vamos olvidándonos de hacia dónde íbamos y quien nos espera.

El daño de los motores del vehículo denuestra fe puede ser, precisamente, el desgaste de las mismas oraciones, el cansancio del engranaje de nuestras peticiones y la falta de lubricaciónde nuestra lectura bíblica, trayendocomo consecuencia que perdamosvelocidad de acción, desanimo delcalcañar de nuestra esperanza y endurecimiento de la correa quemueve nuestro compromiso con Dios.

Cuando ese vehículo de la fe lodetenemos por los problemas, la ansiedad, la enfermedad, o simplemente por falta de mantenimiento en el taller delMaestro, El Santísimo, nos vamosmontando en diferentes trenes dela vida, unos que nos llevan por las vías contrarias a la oración, otrosque nos conducen al mercado de lavanidad, otros que nos llevan de tours de los vicios y algunos que nos alejantotalmente de la presencia de Dios, mostrándonos luces que nos ciegan la espiritualidad.

Hebreos 11, 1: «Tener fe es tener laplena seguridad de recibir lo que seespera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos»

En ese precioso versículo podemos entender que el no tener «seguridad»,ni «convencimiento», nos puede causar un «detenimiento» en los motores que impulsan nuestra fe, por eso es necesario avivar la llama de las oraciones, mantener en buen estado el engranaje de la esperanza, llenar los conductos del radiador de nuestra alma con el agua que bebió la Samaritana y estar observando constantemente el nivel del tanque de la gasolina que mueve nuestro corazón: «La Palabra de Dios».

Si en estos momentos los motoresque mueven tu fe están averiados, llévalos al taller del Maestro, esperasu diagnostico y créele que los reparará, mientras tu sigas orando,sigas creyendo y sigas confiando.Entonces, cuando le pidas la cuenta, te darás cuenta que solo tienes quefirmar, pues ya El pagó por ti en lacruz.

No importa que tan grande sea lareparación que necesites, todo estará cubierto, aunque tengas que pasarunos días en «Motoconcho», Uber,o a pies, lo importante es mantener encendida la llama de los motores de la «Oración» .

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