Por:
+MONS. AMANCIO ESCAPA, OCD
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
Asesor del MCC
AÑO DE LA MISERICORDIA (X)
Recorrer el camino de la misericordia es como ir viviendo en cada momento o etapa de nuestra vida el mensaje del Maestro, que manifestaba por donde iba «el rostro misericordioso del Padre».
Sólo había que seguirle, mirarle y observar cómo cada movimiento de toda su vida pública, no era otra cosa que la manifestación de un Dios cercano, que él había venido a revelar. Cada día recorría las calles, iba de un lugar a otro, siempre con la mirada puesta en los «signos de los tiempos», en aquellos días, como hoy, los pobres, los marginados, los enfermos, los pequeños. No había miseria, pobreza humana que no tocase su corazón y se compadeciese de ello.
Nosotros hemos venido recorriendo durante este año distintas etapas «misericordiosas», signos de los tiempos de hoy, conociendo su contenido y tratando de poner el alma y el corazón en las necesidades de los demás.
Ya medida que recorríamos el camino intentamos «ser misericordiosos como nuestra Padre es misericordioso». Este era el lema a seguir y la meta a alcanzar.
Se acerca el nal del año dedicado al tema de la misericordia en una dimensión universal de Jubileo, de alegría, de gozo, por el efecto de renovación pedida por el Papa para toda la Iglesia.
Y casi al final del camino, surge espontánea la pregunta: «¿Ha sido e caz? ¿Qué obra de misericordia hemos realizado? ¿Nos hemos conformado con el sentimiento de ver las «miserias» y pasamos de largo? Cristo realizaba obras concretas de misericordia ¿Qué obras de misericordia concretas hemos materializado?
«Se hace camino al andar», significa, entre otras cosas, caminar con los ojos abiertos, vigilantes, atentos, decididos a socorrer y paliar las miserias del prójimo.
A nuestro alrededor hay mucha «miseria» que curar- No podemos quedarnos con saber de memoria las obras de misericordia corporales y espirituales.
Hay que ir más a lo profundo. Para que la misericordia a realizar sea autentica debe tener una mirada concreta al Señor, que se identifica a sí mismo con el que sufre, con el marginado, con el hambriento, con el desnudo. Hay que tener ojos en profundidad para, a través de lo material que se ve, nos traspongamos a la esencia de ver más allá de las apariencias.
El cristiano ha de vivir la misericordia y practicarla en relación al mensaje del Maestro: «Cuanto hagáis a uno de estos pequeños a mí me lo hicisteis». No confundamos filantropía con misericordia.
Alguien lo expresa de esta manera. «Si alguien no tiene comida, compartámosla con él. Si alguien viene a nosotros en la desnudez, vistámoslo. Si alguien es víctima de la injusticia, liberémoslo. Que nuestra casa esté abierta a los peregrinos y a los sin techo. No nos cansemos de defender los intereses de los huérfanos y de asegurar nuestra protección a las viudas.
Grandes obras de misericordia son rescatar a los prisioneros del enemigo, visitar y consolar a los enfermos y a los pobres. Si hay pobre y extranjeros que mueren no les dejemos insepultos». «Estas son las obras y los deberes de la misericordia: Si uno asume la iniciativa, ofrecerá a Dios un sacri cio auténtico y agradecido».
Más que dar, la misericordia exige darse. Toda obra de misericordia debe llevar como signo por parte del cristiano «desprendimiento». Me inclino hacia el que sufre y comparto con él lo que tengo. A mi me sobra, él carece de todo.
Doy de lo mío para que compartiendo con los otros lo convirtamos en nuestro, pues como decía San Agustín «lo que a ti te sobra no te pertenece, corresponde a los que no tienen nada». Repito: «Se hace camino al andar».
Cada día encontraremos en nuestro peregrinar nuevas formas de concretar la misericordia con los demás. Estar siempre atentos. Cristo pasa a nuestro lado disfrazado de mendigos, pobres, drogadictos, marginados.
No volvamos la mirada hacia otro lado, ni demos un rodeo para esquivarlos. «La misericordia de Dios no es una idea bonita, sino una acción concreta», dice el Papa. «Y la misericordia humana no será auténtica hasta que no se concrete en el actuar diario».
Y sigue diciendo el Papa: «No se puede mirar para otro lado y dar la espalda para no ver muchas formas de pobreza que piden misericordia. No sería digno de la Iglesia ni de un cristiano pasar de largo y pretender tener la conciencia tranquila solo porque ha rezado».
El que practica misericordia alcanzará misericordia. Y al final del camino… El que practica misericordia alcanzará misericordia. «Te examinarán en la misericordia, en el amor». Amor a Dios si hemos aceptado su misericordia sobre nosotros. Y amor al prójimo si hemos sabido compartir nuestra vida con los demás mirando en ellos el re ejo del rostro misericordioso de Dios.