TU TAMBIEN ERES PARTE DE LA CREACION DE DIOS

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Por: Jan van Welie – CC#404

Todos somos parte de la creación de Dios. Ustedes han oído y leído muchas veces la historia de la creación. El primer día hizo la Luz, el segundo día hizo el firmamento, el Cielo, después hizo los continentes, que llamó Mar y Tierra, después creó pasto, hierbas y árboles, la Naturaleza, después hizo el sol, la luna y las estrellas, para existiera el día y la noche, mas después creó los peces y pájaros, los animales salvajes y domésticos y finalmente decidió hacer el hombre a su imagen y semejanza. Todo lo hizo Dios, Y vio que era bueno. Sin embargo, ahí mismo comenzó el lío en que estamos viviendo.

Comenzó la lucha entre Dios y el hombre, creado con inteligencia, voluntad propia, libre, que nos llevó a la desobediencia, la caída del paraíso, porque a nuestra querida Eva le gustaba demasiado las manzanas, y el hombre, bobo al fin, se dejó seducir por ella.

El hombre de hoy, debido al progreso increíble de la ciencia, se cree ser mas que Dios, ya no lo necesita, trata de probar que Dios no existe, y aunque gracias a Dios nunca ha logrado probarlo, ha creado el ambiente en nuestro mundo que nos toca vivir, donde nos esforzamos de romper y acabar con todas nuestras tradiciones, nuestras creencias, nuestros valores, nuestra moral.

Constantemente oigo entre la juventud moderna la opinión de que el matrimonio es demasiado responsabilidad, es imposible de costear con la inflación rampante, la educación de los hijos es demasiado cara, la crisis política y financiera, la amenaza del Islam, la crecida cantidad de divorcios, el desempleo en fin todos los obstáculos habidos y por haber asustan a los jóvenes de hoy de pensar en una relación entre hombre y mujer como Dios manda: “hasta que la muerte nos separe”.

Los jóvenes se hicieron seres materialistas, que solamente piensan en gozar, el dinero, mientras mas fácil mejor, trabajar tanto como sus padres, ni loco, dejarse explotar como esclavo de un trabajo duro pero honesto, ni pensarlo. Las damitas en su desesperación creen que solamente a través del sexo permisivo llegan al matrimonio.

Es verdad, todos estos obstáculos existen hoy, sin embargo no son nada nuevo, han existido desde que el mundo es mundo. Y para que  me creen les voy a contar una historia.

Mis padres nacieron a los finales del siglo 19, para ser más preciso entre 1895 y 1900, pasaron su adolescencia en la Primera Guerra Mundial, sobrevivieron Gracias a Dios, y a la edad casadera formaron su familia. Dios les regaló sus primeros dos hijos, e inmediatamente después les cayó la Crisis Mundial del 1929 donde igual que todo el mundo quedaron sin un solo chele.

También la juventud moderna de aquel tiempo alegó los mismos causas de ahora para sentirse asustado para el matrimonio. Sin embargo mis padres no solo siguieron luchando para mantener su matrimonio, sino tuvieron el coraje de tener dos hijos mas, el ultimo de los cuales soy yo quien les habla.

Como lo hicieron yo no sé, porque todavía era muy chiquito para entender, lo que sí sé es que la fe en Dios de mi madre y las constantes oraciones de mi padre a la Virgen hicieron el milagro que se pudieron levantar de nuevo no tanto para ellos sino por la responsabilidad frente a sus hijos.

Ya recuperado su relativo bien estar les cae otra desgracia, la Segunda Guerra Mundial donde durante cinco años nuestra única preocupación era solamente para quedar vivos entre combates, ataques aéreos, de noche los reflectores potentes tratando captar los aviones, cañonazos antiaéreos, constantes granadas y bombas que desde que iniciaron los bombardeos sobre Alemania tuvimos que sufrir diariamente de los aviones Ingleses de noche y los americanos de día. Todos los días y noches sonaron las sirenas de alarma avisándonos las llegadas de los escuadrones de aviones en su paso por nuestros cielos rumbo a Alemania. Nosotros cada vez dejamos lo que estábamos haciendo para resguardarnos  en los sótanos. Ustedes comprenderán que nuestras iglesias estaban muy concurridas en esta guerra porque la gente vivían con muchos temores y miedos.

Un día, el 22 de Febrero 1944, el centro de nuestra ciudad de Nimega fue bombardeado “por error” por nuestros aliados los americanos, justo al medio día, con los muchachos en las calles saliendo de las escuelas  ya que la sirena de “todo seguro” ya había sonado. En cuestión de segundos unos 800 hombres, mujeres y niños encontraron la muerte. Gracias a Dios nuestra casa ni nosotros mismos sufrimos daños alguno.

Mas adelante en Septiembre 1944 nuestra ciudad después de 4 días de combate fue liberada, otra vez con grandes perdidas de vidas y materiales. Nosotros que pasamos por suerte estos días en una casita de veraneo fuera de la ciudad, desde luego después de ver tanto humo estábamos deseoso de saber de nuestra casa y nuestro colmado en la ciudad.

Nuestro padre con un amigo vecino fueron a ver a pie caminando unos 5 kilómetros para enterarse de la situación. Cuando los vimos regresando nos saludaron agitando los brazos y pensamos que todo estaba bien. Sin embargo cuando se acercaron vimos que mi padre estaba llorando. Abrazó a mi madre diciendo: “Anna, todo está perdido, la casa. el colmado, todo. No queda nada”. Todos nos pusimos a llorar, hasta que mi madre dijo: “No señores, no está todo perdido, tenemos todavía a Dios y a nuestros brazos”. Nunca me olvidaré esta reacción de tanta fe y de tanto coraje de mi madre..

Efectivamente después de haber perdido todo por segunda vez fueron capaces de levantar de nuevo su negocio, su casa y a nosotros. Ustedes ven que con la ayuda de Dios todo es posible  a pesar de todas las crisis, es cuestión de tener fe, entrega e ilusión.

Hasta ahora Ustedes me han oído hablar de la fe de mis padres. Se preguntarán y el que nos habla, cuéntanos de ti. Pues soy de origen de Holanda, nací en el 1932 en una familia católica. Desde mi edad escolar frecuentaba la Santa Misa diaria, estudié en escuelas y colegios católicos. En fin fui educado en la fe católica como Dios manda.

Inquieto como todo joven para ver algo del mundo, llegué a tierras Dominicanas en el año 1957 en las postrimerías de la Era de Trujillo donde percibí aunque no en carne propia el terror rampante.

Cometí todos los pecados de la juventud, pero logré escapar de esta vida pecaminosa con la misericordia de Dios, me casé con la mas bella de América, procreamos cuatro hijos varones, que todos ya tienen mas de veinte años felizmente casados, macho con hembra, sin divorcios, sin drogas, sin abortos, aparentemente siguiendo el ejemplo de sus padres que ya están unidos en el Sacramento de Matrimonio por más de 57 años.

Para no causar molestias en las iglesias, mis cuatro varones eran muy vivaces, decidimos no ir mas a la iglesia. Ahora viendo p’atrás un estúpido error, lo cual nos causó un alejamiento de Dios, de la Iglesia por más de 25 años, desligándonos totalmente de la educación religiosa de nuestros hijos.

Pero el Señor en su infinito misericordia nos hizo volver a través de un hermano amigo a los Cursillos de Cristiandad, pero eso es otra historia para contarles.

Dedicado de lleno a mi negocio y las cosas del mundo pensaba haber llenado todos mis metas, esposa, hijos, carro grande, una bonita casa, buena comida, viajes en fin conseguí de todo. Sin embargo con todo esto sentí un vacío. Me rompí la cabeza para averiguar que me hacia falta, pero nada….

 

Un día, este hermano amigo llega a mi oficina encontrándome luchando con los clientes, peleando precios, la competencia, para agregar otra venta para ganar más dinero en mi haber. De repente después de terminar una de mis tantas llamadas me dice: ¿»Don Jan, a Usted le interesaría hacer el Cursillo de Cristiandad»? Le contesté: ¿”Cursillo de Cristiandad, que es eso”? ¿“Que me gano con eso? Hermanos, después que me explicó algo me dijo que no me preocupara, que todo estaba previsto, le dije que sí. Imagínense, yo, hombre tan materialista, opinando que gente que iban a la iglesia no sabían defenderse en este mundo, que no sabían progresar de nivel económico y social. Que lo único lo que valía era dinero y prestigio, poder y influencias, decir que sí.

Pues entré en mi cursillo #404 el 6 de Junio, 1982 y sin saberlo hice el mejor negocio de mi vida. En lugar de encontrar este fin de semana mi anhelado descanso físico, me había llevado hasta revistas para despegarme un poco del diario trajín del mundo, me encontré con un remanso de paz espiritual desconocido por mi.

Ya desde el comienzo del cursillo nos avisaron que los que así lo deseaban podían confesarse con un sacerdote. Pensé, ¿yo?… no seré un tonto?, ¡yo no he venido para eso, yo vine para descansar! Pues mis queridos hermanos el viernes por la noche antes de acostarnos nos lo dijeron de nuevo. Me acosté pensando que eso es para los tontos. Me dormí tranquilo. Como una hora después me despierto y por pura curiosidad me asomo por la ventana para ver si habían todavía unos bobos para confesarse. Quedaba uno solo esperando su turno. No lo van a creer. Me levanté, me vestí de nuevo y fui a ver el sacerdote. Le dije: “Mira padre, yo no he venido a confesarme, solamente quiero hablar con Usted”. Hablamos como media hora, le dije mas o menos mi historia de vida, y al final me dijo: “Pues Jan, aunque tu tal vez no te das cuenta ya te has confesado”. Me dio la absolución de todas mis metidas de pata. Cuando me levanté de mi silla mis pies no sentían el piso estaba flotando por el aire. Cuánto alivio, cuánta felicidad, Dios estaba conmigo después de tanto tiempo.

Cuando retorné al mundo me asusté. Que vas hacer ahora, si comienzo hablar de Dios a mis amigos se van a burlar de mi. ¿”Que hago”? Como me hablaron del famoso trípode, decidí comenzar con la primera pata. Estudio….. Pues agarré la biblia y comencé a conocer un mundo nuevo para mi.

Como yo era un “self made man” (un hombre hecho a si mismo) me dio un pique ver tanta gente con tanta fe en mi cursillo, y yo nada… Como puede ser que estos bobos tengan tanto fe y yo nada.Pero el Señor me hice tropezar con un capítulo en la Biblia que dice así: Lucas 17, 5 – 10 Los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les dijo: “Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, dirían a esta montaña: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y les obedecerá”.

Como que eso no tenía mucho efecto en mí, pero siguió:

Supongamos que uno de Ustedes tiene un sirviente arando o cuidando los animales, cuando este vuelva del campo, ¿le dirá que pase en seguida y se ponga a la mesa? ¿No le dirá más bien: prepárame de comer, ponte el delantal y sírveme mientras como y bebo, después comerás y beberás tú? ¿Tendrá aquel señor que agradecer al sirviente que haya hecho lo mandado? Así también ustedes: cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: Somos simples sirvientes, solamente hemos cumplido nuestro deber.

Ahí estaba yo pintado de cuerpo entero, ¿como iba a pretender de estar lleno de fe en tres días después de haber estado alejado de Dios y de la Iglesia durante unos 25 años? Imposible, pero ya encontré el camino: “Trabajar en la Viña del Señor”, y me dediqué a todo tiempo en el apostolado de evangelizar los ambientes a través del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Gracias a Dios he avanzado mucho en mi camino a la santidad, me falta mucho todavía, pero espero que llegará el día que también yo puedo decir como San Pablo en 2Timoteo 4, 7 y 8: “He peleado el buen combate, he terminado mi carrera, he mantenido la fe. Sólo me espera la corona de la justicia, que el Señor como justo juez me entregará aquel día. Y no solo a mí, sino a cuantos desean su manifestación».

Juventud aquí presente:

El Papa San Juan Pablo II nos dice:

1) Antes que nada, “No tengáis miedo

2) “La familia es para los creyentes una experiencia de camino, una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida.

3) La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda la vida.

El Papa Francisco nos dice:

1) “El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva. Pero su aporte a la sociedad supera el nivel de emotividad. El matrimonio no procede del sentimiento amoroso efímero, sino de una unión de vida total.

2) “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada”.

3) “Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo.

Por eso digo yo:

A ti varón, que tienes la edad para casarte, no seas egoísta, no busque la mujer más bonita para lucirte en frente de tus amigos, no la trates como un símbolo sexual. No te fijes solamente en lo que ven tus ojos, mira por dentro para descubrir la belleza del ser que va a convertirse en la madre de tus hijos.

No busques tu felicidad en el dinero fácil, no trates de llegar a tu meta soñada en tu carrera, en tu empresa con engaños, fraudes y triquiñuelas, da mucha más satisfacción poder decir: “me gané el sustento de mi familia y levantando mis hijos honradamente. Dios, que es amor, solamente al ser humano dio el conocimiento de amor. Si no hay amor entre tu y la chica de tus sueños, tu barquito de matrimonio naufragó contra las rocas.

A ti hembra, mantén tu dignidad, búsquese una pareja que te ama,  que te respete, que junto contigo sea capaz de crear una familia. No te fijes en su posición financiera, todo trabajo realizado con seriedad es digno y buen visto por Dios. Ayúdalo en alcanzar y a realizar su sueños entre los dos. Edúcalo, recuerda que el hombre recibe tres educaciones en su vida. Primero de sus padres, segundo de su esposa y tercero de sus hijas.

Juventud láncese al Sacramento de Matrimonio, creando como dicen los franceses, un “Ménage à trois”, que quiere decir un “Arreglo a Tres” entre tú, tu pareja y Dios por el medio,  y vencerás todos los obstáculos que les mencioné desde el principio.

Cristo Cuenta Contigo …….. ¡De Colores!

 

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