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LUCHEMOS CONTRA LA DIVISION
Reza el dicho popular “divide y vencerás”. Si aplicamos este dicho a nuestra realidad eclesial, vemos que es exactamente lo que hemos venido viviendo desde hace un tiempo atrás y que se viene profundizando cada vez más.
El Señor Jesús, en varias ocasiones, pidió al Padre por la unidad de los suyos: “Y la gloria que tú me diste, yo se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos uno”, leemos en el evangelio de san Juan. Pero, esta unidad es, – y así nos lo enseña nuestra Iglesia -, un don y una tarea al mismo tiempo. Es un don, porque viene de Dios; Dios es el que ha tomado la iniciativa, ha dado el primer paso para que esta unidad pueda ser posible; y además nos ha dado y revelado la manera por excelencia de cómo podemos ir logrando esta unidad. Y también es una tarea que nos corresponde a nosotros, sus hijos, irla resolviendo. Pero esta tarea no se resuelve de un día para otro, ni en una semana, ni en un mes, ni en un año, etc. Esta tarea se va resolviendo en el día a día de nuestro caminar eclesial.
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