Ángela Medina
Cursillo 709
En el evangelio de Mateo 15:21-18, Jesús se encuentra con una mujer cananea, pagana, quien le pide sanar a su hija. Después de rechazarla, diciéndole que no está bien tomar el pan de los hijos, echándoselo a los perros, ella insiste contestando: “Así es, Señor, pero los perritos comen de las migajas. Entonces Jesús le dijo: “Qué grande es tu fe: hágase como tú quieras”.
Todos podemos caer. Yo he tenido que volver a Dios como la mujer de esta lectura. Recuerdo que cuando mi esposo y yo hicimos Encuentro Católico para Novios, nuestra vida cambió de tal manera y nuestra relación de pareja se fortaleció tanto que decidimos casarnos. Estos fueron años maravillosos viviendo en comunidad de parejas y creciendo en el amor de Dios. Pero por tonterías nos alejamos de nuestra comunidad. Como consecuencia de esta decisión viví en mi matrimonio momentos difíciles.
Unos años más tarde, volví la mirada a Dios y Él tuvo misericordia, mi esposo y yo vivimos la experiencia maravillosa de los Cursillos de Cristiandad. Sólo puedo decir que después de ese fin de semana en la bendita casa San Pablo mi hogar cambio y fue otra la historia de mi vida.
Como en este pasaje bíblico, Dios vio nuestra fe y tuvo misericordia de nosotros al permitirnos ser cursillistas. Aprendimos en el cursillo que no podíamos quedarnos solos, que caminar en comunidad es más seguro, pero que esto no implicaba no volver a caer, nos enseñaron que lo importante es saber levantarse, pedir perdón confesando nuestros pecados y hacer el compromiso de no volver a pecar más.
Nos dimos cuenta que para ser felices necesitábamos caminar agarrados de Dios a través de la eucaristía, la oración y la intercesión de nuestra querida mamá, María, rezando el rosario.
Cuando descubrí en el cursillo el gran amor que Dios me tiene y su gran misericordia, sentí un gran compromiso con mis hermanos y hermanas. Jesucristo me dejó inquieta y no pude ser la misma, entendí que Dios me llamaba a evangelizar a través de los medios de comunicación. Si cada una y cada uno de nosotros cambiamos para dar amor a los demás. Si decidimos cambiar el odio por amor. Si cumplimos el mandato de Jesús de amar a Dios sobre todas la cosas y al prójimo como a nosotros mismo, no nos apartaremos de Él. Levántate con fe, Cristo cuenta contigo y tú cuentas con su gracia.