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En este mes de mayo, exactamente el 13 en Covadeiria-Portugal, se cumplen cien años de las apariciones de la Virgen de Fátima a tres pastorcitos: Lucía de Jesús (principal vidente), Jacinta y Francisco Marto (hermanos). Covadeiria es el lugar de las apariciones, mientras que Fátima era el nombre de la princesa hija de Mahoma. Desde el año pasado ya se están llevando a cabo celebraciones jubilares con indulgencias plenarias a todos los que participen de este acontecimiento de nuestra fe católica, y ya se ha anunciado la participación del santo padre el papa Francisco el día propio de la aparición. La aparición de la Virgen de Fátima, más que ser entendida en sentido mariano, debe ser entendida más bien en sentido eucarístico; y esto debido a que, según las palabras que les dirigió el ángel a los niños videntes, les encaminó a recibir la sagrada comunión. Y es que para llegar a Jesús, el camino más corto es María, su santa Madre. La Virgen Madre se irá encargando de ir preparando, orientando y hasta educando a los pastorcitos para estas manifestaciones, sobre todo por medio de la oración y el sacri cio. El ángel les indicará a éstos la manera de cómo será el sacri cio: les indicará que levanten sus manos con las palmas hacia arriba y estará en ellas el copón y la hostia consagrada acompañada por esta oración: «Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no aman». Cuenta la tradición de la aparición que Lucía vio algo que sus dos primos no vieron: un obispo vestido de blanco en gran sufrimiento. Y hemos de imaginarnos quién sería: el papa. Jacinta murió a los once años y su hermanito Francisco a los diez años. El libro que escribió Lucía se titula Las memorias de Lucía.
Pero sin dudas que lo que más llama la atención de esta manifestación divina, es lo que se llama como El secreto de Fátima, y que ha dado lugar a tantas especulaciones e interpretaciones, muchas de ellas manipuladas porque se ha querido hacer con ello un medio para infundir miedo o terror. Muchas veces, y hasta el día de hoy es así, se le ha señalado a la Iglesia el ocultar ese secreto a la humanidad o de no decir la verdad sobre el mismo; muchas veces se le ha dado hasta un cierto sentido de oscurantismo, si se quiere, a este hecho. Para algunos Fátima no es un mensaje apocalíptico ni del n del mundo, mientras que para otros sí lo es. La Virgen nos invita a que no tengamos miedo ni estemos tristes, porque estamos todos en su Corazón Inmaculado. Este secreto de Fátima se ha ido comunicando por partes, -tres partes especí camente-; pero hay que resaltar que lo más importante de la aparición de Fátima es el mensaje de la oración y la penitencia. Y es que la Virgen lo que entregó a partir de ese momento fue el medicamento de la misericordia a través del rezo del santo rosario para que lo recemos con fe, perseverancia y devoción por la conversión de la humanidad, ya que Rusia se encargará de esparcir sus errores, -el ateísmo, promoviendo guerras y persecuciones contra el santo padre y la Iglesia-, por todo el mundo.
Pero, ¿qué es lo que quiere la Virgen?, pregunta Lucía. Pues en la segunda aparición, -13 de junio de 1917, la Virgen le dice a Lucía que quiere establecer en la tierra la devoción a su Corazón Inmaculado. También en esta segunda aparición habla del Purgatorio. En 1941 Lucía escribe las dos primeras partes del secreto y añade que la Virgen le mostró el In erno: aquí van las almas de los pobres pecadores por no recurrir a Dios ni al sacramento de la confesión. Pero para impedirlo, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi corazón inmaculado. Si el mundo hace lo que digo, se salvarán muchas almas y vendrá la paz. Vendré a pedir la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes.
Ya en la última aparición, -3 de octubre-, es donde ella revela quién es: «soy la Señora del rosario, y quiero que se levante en este lugar una capilla. No ofendan más a nuestro Señor, porque ya está muy ofendido». Podríamos decir que este es el gran mensaje de la Virgen de Fátima. Pero lamentablemente esto no ha sucedido. Es como la voz del clama en el desierto. La tercera parte del secreto es el mismo ángel levantando el brazo con una espada de fuego listo para castigar al mundo, y la Virgen le dice que se detenga; entonces el ángel grita tres veces: ¡penitencia, penitencia, penitencia!
Celebremos con gozo profundo este acontecimiento de nuestra fe cristiana y eclesial. Jesucristo no quiso dejarnos huérfanos de madre; nos entregó a su santa Madre para que no perdiéramos el camino de nuestra salvación. Recemos con devoción a tan insigne señora pidiendo su intercesión. El mensaje de Fátima sigue siendo actual. Como ya lo diría el p. Peyton: «familia que reza unida, permanece unida». Y es que la oración es la omnipotencia del hombre y la debilidad de Dios. Somos la gran familia de Dios, Jesucristo es nuestro hermano mayor y la Virgen María nuestra Madre.