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UN MUNDO NECESITADO DE PURIFICACION
Actualmente vivimos en un mundo que está necesitado más que nunca de purificación. Este mundo es un mundo cada vez más apóstata e incrédulo. El diluvio del Génesis fue el medio por el cual el Dios Creador quiso purificar, limpiar, sanear y lavar de su injusticia, de su pecado, de su idolatría…, a la humanidad. Dios se cansó, se hartó de la incredulidad de la humanidad que había creado; atentó contra ella. Mostró así el incendio de su ira y la magnitud de su cólera. La humanidad de ese entonces se alejó de Dios y se concentró y hundió más en sus propios gustos e idolatrías.
Pero Dios no se dio por vencido. Buscó la manera de cómo volver a llevar a la humanidad al camino que había abandonado. Dios inicia el trabajo de purificar de su maldad a la humanidad. Dios lleva a la humanidad a un nuevo comienzo; al inicio de una nueva vida. Dios sumerge a la humanidad en las aguas vivas de un nuevo diluvio para que pueda acoger su llamada a la santidad. Así, Dios le otorga nuevamente a la humanidad una oportunidad, el don de una nueva conversión hacia Él, para que abandone el pecado en el que está sumida y restablecer la alianza definitiva que la sellará con la llegada de su Mesías, de su Hijo amado, su predilecto: Jesucristo.
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