Homilía: mons. Escapa en misa de Marcha de la Fe 2015

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Jose Monegro

El Obispo auxiliar de Santo Domingo, monseñor Amancio Escapa, manifestó durante la homilía pronunciada en la misa tras la culminación de la Marcha de la Fe que la Familia y la Vida Consagrada son dos caminos diferentes para llegar al mismo destino: el encuentro definitivo con Dios.

Por considerarla de interés, palanca.com.do publica íntegro el texto de la homilia pronunciada por monseñor Amancio Escapa el viernes 20 de febrero con motive de la Marcha de la Fe de 2015:

LA VIDA CONSAGRADA ES PARTE DE TU FAMILIA

Marcha de la fe. Tiene su origen y significado en que la fe tiene que ser orada, manifestada y celebrada.

La vida está en movimiento, por eso caminamos. Pero caminamos con un objetivo específico: Poner de manifiesto, al descubierto, nuestra fe.

Por eso ORAMOS. Durante la marcha nos hemos visto acompañados de la Virgen María, Madre de la Iglesia y madre de todos los hombres. La hemos invocado con el rezo del Santo Rosario. Hemos repetido el saludo del ángel: Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo. Y la hemos invocado: “Ven con nosotros a caminar, Santa María, ven”.

El Señor está contigo. El Señor también está con nosotros.

Pero no basta con la oración. Si creemos tenemos que manifestar nuestra fe que brota de la oración y del contacto con Dios y se oculta en nuestro corazón.

Por eso hoy, como ya es costumbre, en este viernes después del miércoles de ceniza, realizamos esta caminata “para que el mundo crea. Alumbre así vuestra luz ante los hombres y glorifique a Dios con sus obras”.

Durante el recorrido habremos observado miradas de indiferencia en unos; de rechazo en otros; de admiración en algunos. Nosotros queremos predicar con el ejemplo. Somos testigos de un Dios cercano que nos ama y está a nuestro lado. Cada uno puede pensar lo que quiera. Nuestra misión es sembrar y manifestar ante los hombres, lo que creemos, en quien creemos y por quien vivimos.

Por eso oramos y exteriorizamos nuestra fe.

Y ahora, con la Eucaristía, nos disponemos a celebrar nuestra fe.

Orar, manifestar, celebrar nuestra fe en la familia y en la vida consagrada.

En el año pasado se celebró el Sínodo extraordinario sobre la familia: “Retos pastorales de la familia en la evangelización”. Para este año, en Octubre, se celebrará un Sínodo ordinario, también sobre la familia: “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.

Y este año, ha querido el Papa dedicarle todo él a la Vida Consagrada.

Hoy nos unen estos dos temas: “La Vida Consagrada es parte de tu familia”.

Familia y Vida Consagrada. Son, podemos decir las dos caras de una misma moneda. Dos llamadas distintas que por diferentes caminos conducen a una misma meta.

FAMILIA. Podríamos afirmar que la Familia es el culmen, la perfección de la obra de Dios creador. “Hombre  y mujer los creó” “Creced y multiplicaos y llenad la tierra” “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. El fruto de esta unión serán nuevos seres que irán poblando el mundo.

Sin la unión del hombre y la mujer no sería posible el nacimiento del ser humano.

VIDA CONSAGRADA. Para los dos estados media una vocación diferente. Llamada que por diferentes caminos conducirán al mismo fin, el encuentro definitivo con Dios.

“La Vida Consagrada es un don para la Iglesia. Está en el mismo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, constituye un don precioso y necesario para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión”.

¡Qué sería de la Iglesia sin los religiosos!, exclamaba Santa Teresa de Jesús. Y el Papa Francisco nos dice: “Qué sería la Iglesia sin San Benito y San Basilio, sin San Agustín y San Bernardo, sin San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús”.

“Encontramos la Vida Consagrada en los hospitales, atendiendo a los enfermos o en las residencias de atención a los ancianos. La encontramos sirviendo a los pobres más pobres del mundo. La encontramos en los colegios y centros de enseñanza, en el mundo de la educación de los niños y jóvenes. La encontramos en las misiones anunciando a Jesucristo, el evangelio de la caridad, de la alegría y de la esperanza”.

Familia y Vida Consagrada que tienen la misma raíz.

En efecto es en la familia donde se fragua el concepto y la realidad de la vida consagrada. Los valores que se desarrollan en la convivencia familia, valores sociales, religioso, humanos, como son el compartir, el respeto mutuo, la educación, el amor entre unos y otros, son tierra abonada para que el Señor deposite la semilla de la vocación diferenciada.

Vocación a fomentar esos mismos valores formando una familia.

Vocación a la Vida Consagrada y al Sacerdocio “que es, como decía San Juan Bosco, el mayor regalo que Dios puede conceder a una familia”.

Vocaciones, llamadas diversificadas que conducen por distintos caminos a la misma meta de un ideal, Dios, autor, principio y fin de nuestro peregrinar.

Ningún ambiente como la familia para vivir los valores del reino. De ahí es de donde surgen nuevos seres, llamados por Dios para ser colaboradores de la obra de Dios en la historia de la salvación.

Podríamos preguntarnos: ¿Cuál de los dos caminos es el mejor para llegar a Dios? ¿La familia en el matrimonio o la Vida Consagrada masculina y femenina?

La respuesta sería única: “Todos los caminos conducen a Dios”.

La familia, como comunidad creada por Dios: “Hombre y mujer los creó, creced y multiplicaos”

La Vida Consagrada, en sus diferentes facetas y crismas del Espíritu Santo, llamados a confirmar con su vida y su palabra, el amor de Dios a todos y a cada uno. Hombres y mujeres consagrados como una de las señales más elocuentes de la presencia y soberanía de Dios en este mundo y en el venidero en que “Dios será todo en todos”.

El mundo, nuestro mundo cerrado sobre sí mismo a Dios, necesita como nunca testigos.

Testigos de la presencia de Dios en la vida y convivencia de comunidad familiar. Testigos de esa misma presencia de Dios viviendo en una comunidad, no enlazada por vínculos de carne, sino unidos por el vínculo del amor de Dios que une, vivifica y se manifiesta en el servicio a Dios y a los demás por el amor de Dios, viviendo en obsequio de Jesucristo.

La Iglesia y el mundo serían distintos sin los valores de la familia y la entrega de los que viviendo en obsequio de Jesucristo, son testigos del amor de Dios en la tierra.

Familia y Vida Consagrada nos comprometen.

Oremos para que nuestras familias sean imagen de la Familia de Nazareth y  los Consagrados sean testigos de un Dios cercano.

+Mons. Amancio escapa, OCD

Obispo Auxiliar de Santo Domingo

Asesor del MCC

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