Pongo mis dones y Él los multiplica

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Alejandro Porcella

En el evangelio de Juan 6, 1-15, Jesús nos demuestra que Él es el pan de vida, sobre todo que todo lo que tengamos puesto en sus manos puede ser utilizado para el bien común o de la mayoría. Al leer el pasaje, es posible que todos nos hayamos fijado en el milagro en que Jesús multiplicó los panes reflejando claramente que él es vida y que en su paso por la tierra vino a darnos esa vida abundantemente.

Ahora bien, yo pregunto: ¿Se fijaron ustedes en la gran cantidad de personas que acudían a Jesús, pero de todas ellas, que seguramente tenían algo valioso que aportar, solo fue un joven que generosamente decide donar lo que tenia, es decir, cinco panes y dos peces? La generosidad de un joven puesta en las manos del que todo lo puede, es decir, Jesús, bastó para alimentar a una gran cantidad de personas.

Pregunto otra vez: ¿Estamos dispuestos a imitar a aquel joven poniendo todo lo que tenemos, todos los dones que Dios nos ha regalado, en las manos de Jesús, para que, utilizados por Él, se beneficien muchos? Desde que hice mi Cursillo de Cristiandad, todas las mañanas, ya sea en el camino a la escuela con mis hijos, frente al Sagrario o simplemente en casa, le entrego al Señor este nuevo día que me regala y le pido que me acompañe en todo lo que haga, piense y sienta. Que yo pueda ser un puente entre Él y todas las personas que me rodean y que pueda reflejar a Jesús en todos mis actos, para que se den cuenta del gran amor que Dios tiene por cada uno de ellos.

En este pasaje también podemos notar su similitud con la eucaristía, pues Jesús tomó los panes, los bendijo, los partió y los repartió a través de los discípulos entre todos los que estaban allí presentes hasta el punto de que todos quedaron satisfechos.

¿Y es que necesitamos más evidencia de que en Jesús todos podemos quedar satisfechos? Jesús es vida y ha venido a dárnosla gratuitamente, solo tenemos que escuchar su palabra y ponerla en práctica. También desea que tú colabores con él, por eso terminemos diciendo esta corta oración: “Señor, ahora te ofrezco todas mis cosas, todos los dones que me entregaste, todo lo que tengo y todo lo que soy, para que Tú, Jesús, los multipliques según tu voluntad”.

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