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LA NOVEDAD QUE NOS TRAJO JESUCRISTO
En su carta a los Efesios 1,10, el apóstol san Pablo nos dice que, en Cristo Dios ha recapitulado todas las cosas, las del cielo y las de la tierra. Esta palabra “recapitular” hay que entenderla como renovar, hacer nuevas todas las cosas. Es decir que, en Cristo, Dios ha hecho nuevas todas las cosas, ha hecho nueva toda la creación. Por esto, Cristo es la última palabra de Dios para nosotros. Después de Cristo no esperamos otra revelación: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre”. Esta novedad que nos trajo Cristo también tiene otra característica: que es la última y definitiva. Jesús es el que nos revela al Padre.
Cuando los apóstoles comienzan a predicar la nueva doctrina, el evangelio de Cristo, comienzan también las conversiones y, entre ellas, las conversiones de judíos a la nueva fe. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, leemos que se originó una controversia en la naciente comunidad cristiana sobre el tema de que, había un grupo que exigía a los nuevos conversos, provenientes del paganismo, debían de circuncidarse. Pero, esta controversia fue llevada a la comunidad de Jerusalén para que, a la cabeza el apóstol Pedro, decidieran cómo debían de proceder. Esto es lo que, en la historia de la Iglesia se conoce como el primer concilio de Jerusalén. Pues la controversia se resuelve decidiendo que, no era necesario la circuncisión de los judíos conversos. Y es que, como en Cristo todo es nuevo, pues a partir de la nueva y definitiva señal de relacionarse con Dios es a través del bautismo. El hombre viejo, el de la carne, ha pasado; y ahora llega el hombre nuevo, el del espíritu.
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